martes, 29 de diciembre de 2009

Sobre la percepción

Parece que "percibir" es "estructurar mentalmente las sensaciones resultantes de los estímulos externos o internos", o sea que lo que siento en un nivel básico puede ser muy diferente de lo que percibo, propiamente dicho: si me quemo con la pava del mate y me duele la cabeza por una resaca, diría que no estoy bien; pero mi mente se posiciona directamente en aquel día en que fui a trabajar a esa oficina sin haber dormido y habiendo desayunado sólo mate, un día perfecto en mi memoria; mi cuerpo se relaja y sonrío; mi percepción dista mucho de mis sensaciones. Ahora, si un perro, por ejemplo, un perro de algún científico loco, de Pavlov, por ejemplo, puede ser muestra de que los animales de sistemas nerviosos complejos pueden actuar a partir de reflejos condicionados... ¿podemos percibir a partir de reflejos condicionados? El famoso perro de Pavlov, entonces, ese horrible animalito que al oír la campana que anunciaba el almuerzo babeaba y generaba jugos gástricos, pobrecito, que escapaban por una fístula aunque no sirvieran ninguna comida, criaturita 'e Dios, ése famoso perro, decía, seguramente tenía algún otro estímulo interno o externo en el momento de babear y esperar la comida; posiblemente el martes al sonar la campana, aparte de babear y esperar el perro de Pavlov tenía dolor de espalda por una mala postura al dormir; el miércoles tal vez, además de babear y desear el perro de Pavlov tenía dolor de estómago, imagínense; el jueves, día final, quizás no sentía que era la última vez que oiría esa campana, pero acaso lo percibía, si todos los otros estímulos se estructuraban de cierta manera en su mente. "¿Los perros tienen mente?" preguntará Usted: igualmente podemos poner por caso a un ser humano. No voy a referirme a Usted precisamente por decoro, pero puedo hablarle mucho de mí, o de aquél: digamos que aquél escucha el timbre que indica el final de la mañana laboral y el comienzo del tiempo para almorzar; aquél no tuvo un buen día, discutió anoche con su tío, el que iba a prestarle algún dinero hasta marzo, y además tiene cierto dolor de garganta; aquél va a comer como buen perro de Pavlov y ya se le hace agua la boca: aparte de todo esto cabe imaginar que a aquél le pasa algo más, de otra forma podríamos pensar que el pobre aquél no es más que sus circunstancias, inexorable juguete del destino ciego que baila en el Tiempo, a merced de la gran Nada. No: una persona es mucho más; tal vez aquél es un agujero pegajoso, un montón de accesorios cubriendo nada, pero no podemos decir lo mismo de todas las personas, de Usted o yo, sin ir más lejos...


(Fin de la primera parte)

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