martes, 13 de abril de 2010

Sobre la percepción (2)

Aquél, entonces, es un perro de Pavlov que piensa: ya que no podemos aseverar que un perro piense, vamos a continuar nuestro razonamiento ahora sobre un ser humano, una persona que igualmente responde a estímulos internos y externos físicos, como un perro.
Aquél está preparado física y emocionalmente para comer su almuerzo en la oficina (aceptémoslo: la hora de almuerzo es lo único bueno por hacer en esta oficina, por lo menos para Aquél, que ya siente deseos de trabajar en algo más creativo). Abre su bolsita de plástico y encuentra la servilleta de papel y el recipiente de plástico donde viene la porción de tarta, pero la tarta no está. ¿Persona o perro de Pavlov? Persona razona que si la tarta estuvo ahí a partir del momento de subir al tren, cuando la miró, y ahora no está, en algún momento alguien la robó; perro de Pavlov tiene hambre y bronca, siente tristeza y vergüenza, no es la primera vez que lo vejan, ni va a ser la última, pero es la peor, como cada vez que lo vejan. Persona quiere averiguar cabalmente dónde está el responsable de la desaparición de su almuerzo, lo único grato en esta oficina; perro de Pavlov tiene hambre y bronca. Persona se levanta y va a buscar agua; perro de Pavlov tiene bronca y hambre.
Este Aquél del que hablamos ¿es más una persona o un perro de Pavlov? ¿Lo que le ocurre nos ocurrió alguna vez? ¿Es poco probable que estemos en una situación similar a la suya?
Aquél, persona, habla con su jefe que lo vio mal, triste: le explica su bronca, sin mostrar bronca. Perro de Pavlov se calma.
La tercera vez que esto ocurre, perro de Pavlov los putea a todos, los manda a las respectivas reconchas bien de sus hermanas, a todos, hijos de putas que no supieron dejar un segundo de hacerse los boludos, las putas que los parieron; Aquél, persona, ve y escucha esto desde afuera, sin poder creer que ése es él mismo.
Ahora Aquél, Persona, soporta el castigo social al Perro de Pavlov: nadie lo mira igual, ya no le hablan mucho, ni lo invitan a ningún lado. Aquél piensa en ese filósofo del que le habían hablado en la escuela, el que vivió como un perro, lejos de la gente, pobre.
Aquél no sabe ni va a saber que es más que un arquetipo del hombre posmoderno, un estereotipo, que su figura existe desde antes de nuestro giro lingüístico y antes de la revolución industrial tal vez, que su figura se gesta desde eras atrás; menos mal que Usted, que lee, es muy diferente a este pobre Aquél, perro de Pavlov. Y yo, diferente también. Menos mal.

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